lunes, 21 de marzo de 2011

Cuentos para no comer



- ¿Qué cuento me vas a contar hoy, papá?

- Pues verás, hijo, el cuento que voy a contarte hoy es un cuento real, y no es bonito.

- ¿Tan malo es?

- Es peor.



Te voy a hablar de las palabras mudas, de la inoperancia y de la pérdida de ideales. Te hablaré de siglos de lucha por una cortina de humo y de la inutilidad de dialogar frente al señor del mundo.
Te hablaré de un lugar en el que los líderes se arrodillan ante el metal de la tierra. Lo natural les priva de su propia naturaleza y les subyuga a su poder, les hace abandonar su razón y convierten en metafísica la gran inmediatez. Se pierden entre los dogmas de sus nuevos dioses de la lluvia, como la moda o los perfumes, admiran el desorden y la efervescencia, prostituyen sus ideas y condenan sus vidas a girar alrededor de falsos brillos y pérdidas de memoria.
Sus habitantes son fotocopias, un montón de números sin rostro y sin beneficios para el sistema al que tanto aman. Su ambición más grande es conseguir ser mayor que el anterior y servir de referencia al siguiente, pero pretenden serlo en todo aquello que los maltrata.
Y dicen que son felices.



- ¿Fotocopias? ¿Sistema? ¿Moda y… perfuqué? Padre, no le entiendo…

- No te preocupes, da igual. Son cosas de tu padre. Anda, ve con tu hermano a por agua.

- No puedo, padre. El pozo está seco.


“Hay tierras no muy lejos de aquí
donde la gente se muere
de ganas por vivir.
Ni agua ni dinero,
en ellos nada es corriente
soñamos con un futuro
pero ellos con el presente”

El hispano.

3 comentarios: